En un rincón del mundo, tan diminuto como valiente, vivía un niño que podía descansar en la palma de una mano. Le apodaban Garbancito, un nombre que reflejaba su estatura, pero no su inmenso corazón. A pesar de su tamaño, Garbancito era audaz y su alegría resonaba en la calle con su canto: «¡Pachín, pachín, pachín! ¡Cuidado por donde caminas! ¡Pachín, pachín, pachín! ¡A Garbancito no arruines!»
El pez payaso
En el vasto y azul océano, vivía un pez de vibrantes colores, conocido por todos como el pez payaso. A pesar de su alegre apariencia, su nombre a menudo era motivo de burla entre los otros peces del arrecife. «¡Qué nombre más raro tienes!» se burlaban, riendo a carcajadas. Estas risas lastimaban al pez payaso, quien solo deseaba ser aceptado tal como era.
El caballo hechizado
Había una vez un caballo que se cruzó en el camino de una hechicera.
Al instante de verlo, ella lo encantó, transformándolo en un ser humano.
El sastrecillo valiente
Una mañana de primavera se encontraba un humilde sastrecillo sentado junto a su mesa, al lado de la ventana. Estaba de buen humor y cosía con entusiasmo; en esto, una campesina pasaba por la calle pregonando su mercancía:
-¡Vendo buena mermelada! ¡Vendo buena mermelada!